IRIZAR: Adelante, señor Ramírez. Éstos son mi compañero, el doctor Minus, y el Catedrático en Arqueología de la Universidad de Salamanca, el señor Gálvez.
RAMÍREZ: ¿No es demasiada gente para una consulta rutinaria, doctor Irizar? Preferiría un poco de intimidad.
IRIZAR: Como va a comprobar, señor Ramírez, el suyo es un caso muy particular. Entenderá que haya necesitado contar con la ayuda de mis colegas para solucionarlo.
RAMÍREZ: ¿Y qué es? El dolor no ha mejorado durante la última semana, doctor.
IRIZAR: Síentese, por favor. Esto será complicado de explicar.
RAMÍREZ: (se sienta) ¿Es tuberculosis? ¿Una neumonía, quizá?
IRIZAR: Es mucho peor que todo eso. Jamás nos habíamos enfrentado a algo así.
RAMÍREZ: ¿Así que no es neumonía? Me quedo más tranquilo.
IRIZAR: La cuestión es la siguiente. Lo que le causa esos incómodos problemas de salud no es una enfermedad. Es un objeto.
MINUS: Señor Ramírez, fíjese en la radiografía.
RAMÍREZ: (mira la radiografía y señala a un punto) ¿Se refieren a ésto?
IRIZAR: ¿Qué ve usted ahí, señor Ramírez?
RAMÍREZ: No se, me cuesta distinguirlo, pero parece…
MINUS: ¿Parece un vaso?
RAMÍREZ: Pero no un vaso normal. Parece más bien una copa.
IRIZAR: Señor Ramírez, lo que tiene usted alojado en su estómago no es ni más ni menos que el Santo Grial.
RAMÍREZ: ¿¿¿Qué???
GÁLVEZ: Si me disculpan, tomaré la palabra. Señor Ramírez, por mi condición de estudioso de la arqueología puedo asegurarle sin ningún lugar a dudas que lo que usted tiene alojado en el estómago es el Santo Grial. Mire la radiografía, ¿puede distinguir esos ornamentos?
RAMÍREZ: ¿Están seguros de que no es neumonía?
GÁLVEZ: ¿Ve los ornamentos o no? (saca una fotocopia) ¡Señor Ramírez, observe ésta ilustración! Es el Santo Grial. Ahora mire la radiografía. ¡Que la mire, le he dicho! ¿Puede ver las coincidencias?
RAMÍREZ: Ésto es absurdo, yo no recuerdo haber ingerido ningún grial. Y menos uno santo.
IRIZAR: Al parecer es algo más que eso. El grial forma parte de sus sistema digestivo. Aunque parezca increíble, siempre lo ha llevado dentro.
GÁLVEZ: Necesito esa copa, señor Ramírez.
MINUS: Lo que quiere decir el señor Gálvez es que el mundo necesita el Santo Grial. Debemos operarle para extraerlo.
IRIZAR: ¡Alto ahí! Antes debe saber algo, señor Ramírez. Usted también lo necesita. Pero lo necesita para vivir. Analizando la posición del grial y sus conexiones con los órganos, dudo que pudiese sobrevivir siquiera unos segundos sin él.
Se oye un sonido agudo, como un chillido en toda la sala.
MINUS: ¿De dónde sale ese ruido?
RAMÍREZ: ¿Y no hay manera de calmar mi dolor?
GÁLVEZ: Entrégueme el Santo Grial. Entonces ya no le dolerá nada.
RAMÍREZ: ¿La operación es complicada, doctor Irizar?
IRIZAR: ¿No lo entiende? No hay operación posible. Sin el Santo Grial en su interior, usted moriría.
MINUS: ¡Ya está! Mierda, se sigue escuchando. ¿Nadie me ayuda con éste ruido?
IRIZAR: ¡Doctor Minus, deje eso! Estamos tratando un tema importante.
GÁLVEZ: Señor Ramírez, debe entender una cosa. Hay cosas en éste mundo que trascienden la importancia de la vida humana. El Santo Grial es una de ellas. Debe entregárnoslo, pase lo que pase después.
RAMÍREZ: ¡Y una mierda! No pienso morir para darles su copa.
MINUS: ¡Debe hacerlo, señor! Pasaría a mejor vida, pero también pasaría a la histo…¡Detrás del ordenador!
IRIZAR: ¿Qué?
MINUS: ¡El ruido, joder!
IRIZAR: ¿Quieres dejar el ruido de una vez?
RAMÍREZ: Me niego a que me sea extraído el caliz. Siento mucho arruinar su investigación, señor Gálvez, pero…
GÁLVEZ: ¡Cójale, Irizar!
IRIZAR: Señor Gálvez, si no quiere ser operado no le podemos obligar. Lo que podría hacer es firmar la tarjeta de donante…
GÁLVEZ: (interrumpe) ¿Esperar a que muera de manera natural? ¡Necesito ese Grial! ¡Haríamos historia!
RAMÍREZ: ¡Yo lo necesito más! ¿No es así, doctor Irizar?
IRIZAR: Usted, desde luego, es quién más lo necesita.
MINUS: ¡Ya se!
IRIZAR: ¿Alguna alternativa, doctor Minus!
MINUS: Ah, no, disculpe. Me refería al ruido. Creo que ya se de dónde viene.
GÁLVEZ: ¿Se cree usted más importante que la historia, o que la religión? Señor Ramírez, ¿se cree más importante que Jesucristo?
RAMíREZ: ¡Yo lo que quiero es vivir!
IRIZAR: ¡Luche, Ramírez!
RAMÍREZ: ¿Qué?
IRIZAR: (señala hacia Gálvez) ¡Luche!
Ramírez mira hacia allí. La sala ya no es de un hospital. Parece un hostal de carretera, pero no uno normal. A no ser que los hostales de carretera normales supuren sangre. El catedrático Gálvez, más que un catedrático, es ahora un oficial de las SS con cara de león y cuello de hormiga. El Doctor Irizar ha desaparecido. El doctor Minus está intentando penetrar en el cuerpo de Ramírez a través del ombligo. Ramírez tiene de pronto una espada en la mano. Intenta atacar a Gálvez, pero la espada se convierte en una tarta de gominolas. La hormiga con cara de león le derriba y, cuando están frente a frente, le dice:
GÁLVEZ: ¿Preferirías que hubiese sido neumonía?
RAMÍREZ: ¡Aléjate de mi, bicho infecto!
GÁLVEZ: ¡Dame mi grial!
RAMÍREZ: ¡Déjame vivir!
GÁLVEZ: ¡Deje vivir a la historia!
RAMíREZ: ¡Deje vivir a las personas!
Ramírez despertó en la habitación del hospital, con los doctores Irizar y Minus mirándole desde el fondo de la cama. Miraban unas radiografías.
IRIZAR: Parece que está todo bien, señor Ramírez.
MINUS: Hemos tenido que hacerle una pequeña intervención pero…
RAMÍREZ: ¡El Santo Grial! ¿Dónde está el Santo Grial?
IRIZAR: ¿Cree que si lo supiéramos estaríamos aquí?
RAMíREZ: ¿Qué?
IRIZAR: Tiene que descansar. La operación ha sido muy complicada. Menos mal que el doctor Minus ha escuchado el ruido que hacía usted al respirar. Si no, igual no lo contaba…
RAMÍREZ: Pero…pero ustedes…la hormiga catedrática…
IRIZAR: Descanse, señor. Está alucinando. Todavía está bajo los efectos de la anestesia.
MINUS: Eso, descanse. Reposo y atención es lo que se necesita para curar bien una neumonía como la suya.